Expertos y psicólogos coinciden en señalar que el hombre no esta preparado para superar la muerte de un hijo, al no ser un hecho natural. Francisco Serrano afronta este duelo regalando sonrisas a los más necesitados, a los que están postrados en una cama cuando es su hora de jugar y reír. Este soriano de Arcos de Jalón lleva más de 40 años actuando como payaso parodista musical. Su nombre artístico es 'Killo', y adopta el papel de 'tonto', también llamado 'augusto'. Junto con su compañero 'Tanti', componen una pareja de payasos clásicos que tienen sus miras puestas más allá de lo meramente económico. Todos los jueves acuden como voluntarios al Hospital Niño Jesús de Madrid a actuar para los niños que están enfermos. Una actividad, que reconforta a 'Killo' porque «hacer reír a un niño triste y enfermo es la mayor satisfacción que te puede dar la vida».
'Killo', un payaso de la localidad soriana de Arcos de Jalón, actúa gratis en un hospital para niños enfermos de Madrid desde hace 40 años.
«Se necesita querer y amar a los niños y ser generoso de espíritu, para ser un buen payaso», explica Killo, quien además, añade que a esto hay que unir el saber magia, malabares y música. Este artista asegura que es más difícil hacer reír a un niño que a un adulto ya que, en la sociedad actual, lo tienen todo y la televisión bloquea su espontaneidad innata. «Para tratar con los más pequeños hay que tener tacto y espontaneidad y sobre todo te tiene que gustar su mundo», indica.
Niños oncológicos, pequeños que afrontan una anorexia o con enfermedades irreversibles son los prioritarios para 'Killo'. Siempre actúa para aquellos que están más tristes, los más débiles, porque son ellos los que con más dificultad sonríen. «Cuando les saco una sonrisa no me lo pueden pagar con nada», insiste.
Desde bien pequeño sabía que iba a ser un hombre del mundo del espectáculo y así, recuerda cuando su madre le repetía eso de «pero que tonto es este chico». De joven aprendió diversas técnicas. Se hizo profesional del baile y después se inscribió en el Club de Payasos, donde Pepe Tonetti le enseñó los entresijos del mundo de la parodia. Finalmente llegó la música, una afición que todavía conserva. En Arcos de Jalón se puede oír a 'Killo' tocar su acordeón. «Llegué a ir a la clac, aprendí a tocar el acordeón en el circo Prince hasta que me casé y tuve que asentar la cabeza porque en la familia de mi mujer no querían un titiritero».
La vida para 'Killo' nunca ha sido fácil. De hecho, su hijo Javier, al que en 1992 le diagnosticaron «tarde» un cáncer irreversible, moría dos años después a los 20 años de edad. «Incluso con mi hijo enfermo yo seguía haciendo de payaso. Muchas veces me preguntaba ¿de qué estoy hecho?».
La muerte de Javier ayudo aún más a 'Killo' a valorar el precio de las sonrisas, a saber ponerse al lado de los padres que como él tienen que afrontar el peor duelo de su vida. Antes de morir, su progenitor encomendó a su novia que tras su muerte, llevara a su a su padre un último mensaje, mediante el cual ensalzaba su figura como artista y como padre. 'Killo' recibía una placa que rezaba lo siguiente: «El mejor payaso del mundo es aquel que estando llorando por dentro, sabe hacer reír por fuera. Tu eres el mejor padre y payaso del mundo». Su 'salvavidas' para el duro trance ha sido continuar con el espectáculo.
(publicado en nortecastilla.es el 25.04.11)
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