jueves, 1 de noviembre de 2012

Hoy hay de cena: ¡espaguetis!

(Los nombres de niños, padres y personal sanitario son inventados)

Nada más entrar en oncología y después de bailar una salsa con la enfermera Pilar delante de la ventana de Manuel que está aislado y le encanta el baile, Pilar nos pide que, por favor, visitemos a Jaime.

- Toc, toc, ¿podemos pasar?

El padre de Jaime le mira y le dice: - ¡han venido las payasas!

- Hola me llamo Payasa tú-tú y ¿tú?

- Yo Juan y él es Jaime.

- Hola me llamo Payasa tú-tú y ¿tú?, dice Payasa alargando la mano a Volvoreta.

- ¡Yo no!, contesta Volvoreta, mientras le alarga la mano a la madre de Jaime que acaba de entrar. Yo me llamo Volvoreta, y ¿tú?

La madre se ríe. (Es una risa contenida y delgada, como su cuerpo).

- Hola JeJeJé, le dice Payasa tú-tú a la madre.

La madre de Jaime sigue riendo y, rápidamente, se sienta inclinándose hacia Jaime, que está acurrucado en el regazo de Juan; y los tres forman un todo. Es precioso verlos aunando fuerzas hasta ser una sola.

(Jaime tiene 5 años concentrados en un cuerpecito que no aparenta más de 2. Su piel es distinta, de aspecto quemado, le cubre entero como un manto; puede ser que por eso no quiera salir del hospital, según nos ha dicho la enfermera, y está ciego).

- ¡Hala!, se oye a Volvoreta, todos tienen una J en su nombre.

- Nosotras no tenemos J, le contesta Payasa tú-tú contrariada.

- ¡Tendrás que bailarla tú-tú!, dice Volvoreta mientras reparte instrumentos musicales, que empiezan a salir mágicamente de su hiperdiminuto bolsito, a Jaime, Juan y JeJeJé.

Suena la música y Payasa tú-tú baila y canta una Jota al más puro estilo “salsero”.

El chupete de Jaime se balancea, sigue hecho un ovillo, y su papá se encarga de mover los cascabeles que hay en su manita.

Volvoreta y Payasa tú-tú se miran y esa sola mirada basta para comprender que no están llegando a ese sitio donde Jaime, su dolor resignado y su abatimiento están escondidos.

- Uhm, creo que esta canción no es la preferida de Jaime, dice Volvoreta dirigiendo su mirada a JeJeJé, la mamá le sugiere una.

- ¡Esa me la sé!, exclama Volvoreta orgullosa, y empieza a cantarla y a bailarla.

Siguen sonando los instrumentos… El papá a dos manos, la suya y la de Jaime, y la mamá siguiéndole el compás.

Seguimos sin poder entrar en el mundo de Jaime.

- ¡Payasa tú-tú, ahora te toca a ti!, dice Volvoreta mientras le guiña un ojo a la madre de Jaime, que inmediatamente se hace su cómplice. El papá de Jaime mira a su mujer y sonríe. ¡A ver si te la sabes!

- ¡Sí, me la sé! ¡Vale! ¡Estoy lista!

Volvoreta empieza a cantar…

- Volvoreta, ¿puedo ser un espagueti?, interrumpe Payasa tú-tú.

- Sí, claro. Dice Volvoreta mirando antes a su cómplice.

- ¡Mis brazos son dos espagueeeetis! Sss sss sss… Uhhhhhhhhhhh... Y los espaguetis empiezan a imitar el ruido del viento, porque son voladores.

- Volvoreta, ¿puedo rebozarlos con huevo?

- Sí, claro.

- Estoy llena de huevooooo, uhm, ¡oh, me cae por todo el cuerpo! ¡Qué amarillo!, ¡uhm, qué rico! Volvoreta, ¿puedo rebozarlos con harina?

- Sí, claro.

Por primera vez Jaime ha levantado la cabeza, Volvoreta y Payasa tú-tú se miran y no pueden evitar que una sonrisa se les escape de los ojos.

- Fuuuush, Fuuuush, me estoy llenando de harina blaaaancaaa. Fuuuush, Fuuuush se está pegando al hueeeevo.

- Payasa tú-tú ahora tienes que echar aceite, dice Volvoreta.

- ¡Aceite, sí! ¡Glu, glu, glu! ¡Me estoy llenando de aceeeite! ¡Me resbala por el cuerpo! ¡Uhm, que rico, huevo, harina, aceite! ¿Puedes limpiarme los ojos que no veo?, le pide Payasa tú-tú a la mamá de Jaime, que, rápidamente, se los limpia con un gran pañuelo azul que aparece en su mano como por arte de magia.

Se oye una risa pequeñita, ¡ji, ji!... ¡es la de Jaime!

- Y ahora JeJeJé se va a comer los espaguetis, que le encaaantan. Payasa tú-tú se acerca a la barriga de la mamá.

- Estoy dando vueeeeeltas, yuuuu, yuuuu. ¡Veo una piscina al fooondo! ¡Voy por un túnel

Para entonces Jaime ya está erguido, el chupete ha dejado de balancearse y sus oídos miran atentamente todo lo que pasa.

- ¡Prrrr, prrrr!, se oye una pedorreta.

Jaime se ríe a carcajadas, y el papá y la mamá.

- ¡Estoy en la piscina, uhm que fresquita!

- ¡Creo que Juan va a tirar de la cadena! Dice Volvoreta. Y el papá de Jaime estira el brazo, lo baja y se oye caer el agua.

- ¡Ah, que ducha más rica, que agua tan fresquita, que limpita estoy! ¡Gracias, Juan! ¡Ah!

Jaime se estira y abre los brazos, es como si él también se sintiera limpio y muy, muy aliviado. Levanta la barbilla hacia su padre y sin decirlo, le dice: ¡gracias!

La mamá de Jaime se ríe tanto que tiene secarse las lágrimas, o a lo mejor es que le ha salpicado el agua de la ducha, también ha debido salpicarle a la enfermera que mira tras la ventana, porque se seca los ojos con una de las manos que hasta ese momento había utilizado de cámara alrededor de su cara.

- Ahora me toca a mí, dice Volvoreta.

- ¡A Jaime le encanta el chocolate blanco! Dice la mamá.

Mientras Volvoreta se reboza en chocolate blanco, da vueltas en la barriga de JeJeJé y con una pedorreta (que hace a coro con ella) se lanza a la piscina; Jaime y su chupete ya no pueden dejar de reír; y cuando suena la cisterna de papá, esta vez más fuerte… Jaime, que ya ha ocupado por completo los 5 años de su cuerpo, su mamá y su papá son una única y enorme risa.

Volvoreta y Payasa tú-tú salen de la habitación atravesando con su ruidosa moto la puerta, porque, según JeJeJé, el mando a distancia de la puerta del garaje funciona cuando “le da la gana”.

Ya en el pasillo las payasas se miran, se abrazan, respiran hondo y se van de la mano a otra habitación.