jueves, 30 de septiembre de 2010

El Verdadero Ser...

Por: Iván Biolley

En los talleres que imparto sobre técnica clown, siempre me gusta iniciar por conocer el nombre de cada persona participante y alguna característica, cualidad o pensamiento sobre sí, que desee compartir al grupo.
Pasado este punto y luego de varias técnicas y ejercicios para lograr despertar la confianza y la cohesión grupal, inicio el tema del reencuentro con el verdadero ser...
Este verdadero ser es conocido mundialmente como “El niño/a interior”...
Resulta que después de muchas prácticas propias (mías) y de ver a quienes participan del taller de clown encontrándose con este “ser” decidí adoptar para mí el termino: Verdadero Ser.

El verdadero ser:

Basándome en que a “esa” esencia de libertad, juventud, emoción, ternura y alegría que cada persona lleva en su interior le llaman “Niño/a interior” iniciémis interrogantes:
¿Qué será un niño interior? ¿Cómo se manifiesta? ¿A qué se debe su interiorización?
¿De qué se esconde? ¿Lo tendrán todas las personas? ¿Cómo hacer para encontrarle?
Y aquí mis respuestas: (enfatizo en que son MIS respuestas ya que quizás sean debatibles desde el punto de vista psicológico o de otras áreas, pero no encontrando ningún precedente, ahí voy...)

¿Qué es un niño interior?
Es el verdadero ser que nació en este mundo, (sin llamarse hombre, ni mujer y con toda la libertad que esto confiere) el cuál únicamente desea disfrutar la vida, dar y recibir placer, jugar, divertirse, ser amigo de los demás seres y repito, disfrutar la vida. Este ser posee la capacidad de amar, jugar, reír, llorar, perdonar, tolerar, respetar, enfadarse, vengarse, enamorarse y bueno, todas las capacidades del ser humano...
Lo que podríamos resumir en: Es capaz de vivir intensamente...

¿A qué se debe su interiorización?

Este hermoso ser y muchísimas de sus capacidades han sido sepultadas e interiorizadas, incluso reprimidas, por factores externos y nocivos como: la sociedad, las buenas costumbres, lo normal, lo moral, la honesta-deshonestidad, la manera correcta de hacer las cosas, la inseguridad en las propias acciones y decisiones, los prejuicios, el mal criterio, y una larguísima lista de factores más.

¿De qué se esconde?

De la crítica, del miedo a ser diferente, de las condenas, del qué dirán, del miedo a la exposición de sus sentimientos e ideales, de los criterios injustos, de la crueldad de otros seres que han perdido su luz propia.

¿Cómo se manifiesta?

Negativamente
Por supuesto el hecho de que el verdadero ser se haya “interiorizado” no significa que haya desaparecido, sin embargo en las sociedades que vivimos hoy día, cada vez se le presta menos atención e incluso se niega su existencia. Así que el verdadero ser se manifiesta de diversas maneras: en las personas que han perdido su conexión con este maravilloso ser, el verdadero ser se convierte en, interior, se muestra como un ser opuesto a los deseos de la persona, entiéndase, como la persona y el verdadero ser sufren una desconexión, suele pasar que la persona busca su realización por individual, sin importar los deseos de su verdadero ser, que es donde este le confronta y se opone a sus acciones (de la persona).
Las oposiciones se muestran en forma de conflictos emocionales internos (lo tengo todo, pero no soy feliz), frustraciones, miedo, ansiedad, resentimientos, inseguridades, fracasos, impotencias físicas, inconformidad, carencias, estrés y un sin fin de síntomas físicos y psíquicos.
Positivamente
Cuando la persona retoma su conexión con el verdadero ser y este se vuelve “exterior”, todo su ser se complementa, sus energías se restablecen, sus identidades se sintonizan y aparece el verdadero ser humano, íntegro, que ama, disfruta, ríe, llora, siente, expresa, comprende, tolera y ama (repito), el cuál comprende la amistad como el mayor tesoro, la sinceridad como única vía de expresión, el llanto como medio de limpieza y la alegría como un modo de vivir.
Las manifestaciones del verdadero ser ante esta situación son: la paz, el amor por los seres vivos (incluidos animales, plantas y todo), la comprensión, la tolerancia, la alegría, la felicidad, la salud, el éxito, el dinero y nuevamente el amor, la diversión y la alegría...

¿Todas las personas tienen un verdadero ser?

La respuesta es obvia, sí, toda persona tiene la posibilidad de disfrutar de la vida como debe ser ó de vivir en el peor de los calvarios (donde el dinero y lo material, le engañarán día con día sin hacerle internamente, ni intensamente feliz)...

¿Por qué verdadero ser, y no niño interior?

Considero que en algún momento la etapa de la niñez desaparece física y mentalmente de la vida del verdadero ser, más no así sus cualidades de jugar, expresar, amar, alegrarse, disfrutar (y todas las otras), por lo que hablar de niño interior, en lo personal me limita, ya que mi verdadero ser tiene la misma edad que yo y no es un niño.
Entiendo que se le llama niño interior ya que la libertad y la expresión del verdadero ser, suelen desaparecer con la etapa de la niñez, porque cuando la persona entra en la etapa adulta, ella misma limita sus emociones, acciones y expresiones con tal de adaptarse y ganar respeto dentro de la sociedad y el entorno formal de la adultez, aceptando de esta manera la separación del verdadero ser...
La separación del verdadero ser no es más que la típica situación de casi toda persona adulta: no, expreso ni siento lo que verdaderamente deseo, con tal de quedar bien con los demás,importan todos los de afuera, menos yo, se debe agradar a quienes nos miran, no a nosotros mismos, buscamos la felicidad en un perfume caro, pero nunca dentro de nosotros, en una cita con la persona ideal, pero nunca con nosotros...

¿Cómo reencontrar al verdadero ser?

Realmente es muy, muy sencillo, lo primero es tomar conciencia, valor y respeto por el verdadero ser, permitirse hablarle y sentirlo como un todo, sin volverse loco, y disfrutarlo, lo segundo es hacer un viaje a través de los años en regresión, mirando hacia adentro, recordando desde el hoy hasta el momento de nacer, encontrando etapas que están ahí muy marcadas en nuestro consciente e inconsciente, etapas positivas y negativas, siendo conscientes de que sean cuales sean ya se pasaron.
Luego traer al presente todos los recuerdos positivos posibles, escribirlos, grabarlos en audio, dibujarlos, narrarlos (traerlos al presente en tangible) y conforme estos estímulos positivos vayan saliendo, se acompañaran de recuerdos y vivencias negativas que hay que comprender como parte del aprendizaje, los errores (propios o ajenos), las situaciones, las circunstancias, los procesos de aprendizaje y en fin como esas situaciones que no terminaron como nosotros deseábamos (que en algunas veces si, y ese fue el error) pero que nos han dado la posibilidad de aprender y crecer, sintiendo emociones, tomando decisiones, pero sobre todo viviendo el momento, que es cuando se está vivo...
En fin, para mí, el verdadero ser es un requisito indispensable para lograr llegar al clown, quien es un verdadero ser, que vive intensamente para amar a Dios y compartir alegría con los seres vivos, tratando de impactar su mente y corazón a través de la reflexión...


viernes, 24 de septiembre de 2010

Sin saber que era imposible, fue y lo hizo.














Maité Esteban, payasa. Buenos Aires (Argentina)

viernes, 17 de septiembre de 2010

Clowns d'Hospital. TEATRO PARA PALEAR LA ENFERMEDAD

ARTICULO PUBLICADO EN: Revista TeatreBCN. Gener 2010
Reportatge y Traducción del Catalán al Español: por Lourdes Pacho

El arte siempre ha sido medicina para el espíritu. El teatro incluso ha empezado a utilizarse como terapia para todo tipo de afecciones psicológicas, emocionales y sociales. Pero el teatro en hospitales va un paso más allá: entra de lleno en el entorno sanitario, con unos objetivos y una formación específica que posibilita que actores y actrices, payasos y payasas trabajen codo a codo con el equipo médico para paliar la enfermedad.

Cada vez es más habitual encontrarse por los pasillos de un hospital con un personal sanitario un tanto extravagante y no necesariamente porque lleven una nariz roja. Al margen de la indumentaria, que puede ser simplemente una bata blanca con algún detalle, su labor es otra: este personal no entra en las habitaciones para dar medicinas ni para controlar los aparatos o preguntar por la localización de los dolores. Entran para administrar dosis de alegría, de risa, de charla, de frescura, para airear la habitación aliviando el dolor, la tristeza y el miedo. Son los y las médicos de la risa, doctores de la alegría, clowns de hospital o profesionales dispuestos a compartir con las personas enfermas sus dotes teatrales.

Verónica Macedo es formadora de payasos y payasas de hospital: “El clown es una creación artística de un personaje único e irrepetible que no es otro sino uno mismo en su faceta de comicidad, ternura y humanidad. El payaso de hospital tiene, además, una formación específica en relación con los cuidados del paciente en su entorno”. Entre los recursos propios del clown que pueden aplicarse en el entorno hospitalario están, según Verónica, “la creación de un mundo imaginario, la metáfora poética, la magia, los malabares, la transformación de objetos como, por ejemplo, una jeringuilla o cualquier otro aparato médico que podemos convertir en un elemento de juego. Y ése es uno de nuestros objetivos: devolverle al niño las ganas de jugar, rescatar la parte sana de la persona enferma”.

Los payasos y payasas de hospital ofrecen una atención personalizada en la que hay que tener en cuenta la edad del paciente, la enfermedad que padece, su estado y su situación sociofamilar. “Tenemos una serie de estructuras de actuación y de ese abanico de posibilidades escogemos la más adecuada para el paciente. Sabemos cuáles son las enfermedades que vamos a ver y es necesario tener muchísimo cuidado porque si estás trabajando con un niño con problemas gastrointestinales, pues no puedes utilizar el imaginario de la comida y si es un paciente oncológico, no puedes hacer bromas con tu peluca. Hay que hacer un trabajo muy personalizado, con mucha conciencia y mucha escucha” puntualiza Verónica.

Dicho de la forma más tierna e infantil, son payasos que curan “las pupas”. Pallapupas es el nombre de la organización de payasos de hospital con mayor implantación en Catalunya. Angie Rosales, su fundadora y presidenta, señala que “el personaje del payaso es puramente emocional, es una figura que conmueve. El teatro es una herramienta muy poderosa para abrir el paso a las emociones internas y eso ya es terapéutico”.

Pallapupas trabaja actualmente en dieciséis centros hospitalarios catalanes. Su primer proyecto lo presentaron hace diez años al Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona y, en palabras de Angie Rosales, “es un hospital íntegramente infantil y con una filosofía muy especial así que comprendieron rápidamente la propuesta y apostaron por ella”.

Los y las pallapupas no sólo se meten en las habitaciones de los niños y niñas hospitalizados sino que les acompañan incluso al quirófano. En un trance tan traumático como una intervención quirúrgica, llevan la sonrisa al momento de la anestesia y al posterior despertar. Así los pequeños y pequeñas se duermen más tranquilos y felices y cuando abren los ojos son recibidos por la magia del clown. Gracias a una total coordinación con el personal sanitario y a la confianza de un trabajo en equipo, estos payasos y payasas tienen acceso incluso a los lugares donde no pueden entrar los padres y en una intervención con anestesia local también están presentes en el quirófano. “Al principio la mitad del equipo de quirófano se negó pero, en cuanto empezamos, pudimos demostrar que la idea funcionaba y en un tiempo eran ellos los que nos requerían si un niño estaba muy nervioso a la hora de anestesiarlo o si se resistía a que le pusieran una sonda” explica Angie

Lo que empezó siendo un trabajo con niños se ha extendido en los últimos tiempos a adultos, personas ancianas y enfermos mentales. Cuando Pallapupas se planteó ampliar su campo de actuación recurrió a las técnicas de teatro social que Augusto Boal experimentó en el Brasil de los años 70. “En un principio comenzamos –cuenta Angie Rosales- con pacientes infanto-juveniles pero, en todos los casos, el teatro facilita la salida de ideas, sentimientos y actitudes que es difícil que surjan ante el psiquiatra o el psicólogo. Luego esta información la trasladamos a los especialistas porque nosotros/as no somos terapeutas”. Y en cuanto a las personas mayores, la presidenta de Pallapupas aclara: “No se trata de una niñización del anciano sino de darles mucha luz porque ya se sienten cerca de la muerte y de conectar con cosas que han pasado en sus vidas”.

En su programa de teatro social Pallapupas incluye proyectos destinados a ancianos, enfermos mentales y a sus cuidadores. En los centros sanitarios el payaso o payasa también tiene una relación intensa con los familiares que sufren la enfermedad junto al paciente con el consiguiente menoscabo de su propia salud física y mental. “En los hospitales hay una gran concentración de emoción contenida. Pertenecemos a una cultura en la que la seriedad y la preocupación se identifican con la madurez, en la que la madre que más sufre es mejor madre. En cambio las personas enfermas tienen clarísimo que lo importante es la vida” asegura Angie.

Verónica Macedo, que pertenece a la asociación Saniclown de Madrid, afirma desde su experiencia que los y las clown “facilitan a los padres algunos recursos o simplemente les damos la oportunidad de descansar un rato. Los padres suelen colaborar y hay que resaltar que tienen una fuerza sobrehumana”. La presencia del payaso de hospital no sólo beneficia a la persona enferma sino que ayuda a crear un ambiente general más relajado y alegre.

Tanto los profesionales de Saniclown como los de Pallapupas trabajan con un acompañamiento psicológico que les respalda a nivel personal. “Es necesario contar con herramientas de salud mental porque estás trabajando con tus sentimientos y con los del otro. Estás viviendo procesos de vida muy difíciles que, por otra parte, hacen que la experiencia sea muy enriquecedora, te ayuda a crecer personalmente” dice Verónica.

Angie Rosales, que empezó su trayectoria profesional como actriz de teatro de calle, concluye: “Para mí el teatro tiene sentido cuando lo llevas a lugares que no son una sala. Ahora mismo veo muy pocas cosas que me conmuevan desde la butaca de un teatro”.

OTRAS EXPERIENCIAS

El hospital del Niño Jesús de Madrid no sólo es pionero en la introducción de actividades lúdicas y educativas sino que cuenta con un teatro estable dentro de sus instalaciones que abre sus puertas a diario para dar paso a actuaciones de magia, títeres, música, cuentacuentos, payasos, etc.

Según fuentes de este hospital “las actividades lúdico-educativas, tienen como finalidad generar un ambiente dinámico, creativo y participativo que estimule al niño hospitalizado, fomentando la relación con otros niños. De esta manera se rompe el “aislamiento” que produce el ingreso hospitalario, se bloquea la aparición de pensamientos negativos, se desdramatiza la enfermedad y se olvida el dolor. Estas actividades, en definitiva, buscan que el niño normalice y viva el proceso de hospitalización de manera no traumática”.

Aunque la población infantil ha sido hasta ahora la principal destinataria del teatro llevado al hospital, Improasistencia ya hace un tiempo que trabaja con adultos. Esta asociación fue creada en 2003 por Carles Castillo, famoso por su grupo de improvisación Imprebís. A partir de una primera experiencia como payaso de hospital y tras investigar el tema, Carles llegó a la conclusión de que “también se podía mejorar la calidad de vida de los adultos enfermos ayudándoles a tener un estado de ánimo positivo”. “Había que tratar la parte moral y emocional de la persona enferma a la que el médico no puede dedicarse por falta de tiempo. Nosotros no tratamos la enfermedad sino la persona y siempre con dignidad, cuidado y respeto” matiza este actor.

Improasistencia trabaja básicamente en las áreas hospitalarias de Oncología, Cardiología, Enfermedades Mentales, Enfermedades Infecciosas y Enfermos Crónicos y Paliativos. Lo hacen en cuatro hospitales de Valencia pero también en otros países como México, Guinea Ecuatorial, Cuba y Colombia. Se definen como “un grupo de actores y actrices profesionales a los que nos encanta compartir una parte de nuestro tiempo con los pacientes hospitalizados, para intentar llevarles una sonrisa, escucharles y darles ánimo a ellos y sus familiares”.

Carles, acostumbrado al aplauso en el escenario, aclara que “en el hospital no existe el reconocimiento artístico, es un tú a tú en el que no importa que seas famoso o no. El gran aplauso es cuando el paciente te lo agradece, te sonríe o se emociona”. Y añade que “se establece una relación muy personal y emotiva. Algunos son pacientes terminales y, en ocasiones, les ayuda mucho hablar con naturalidad de la incertidumbre, de sus dudas, sus miedos y de su propia muerte. Hace falta mucho tacto, cautela, respeto y amor. Se trata de proponer, no de imponer”.

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DESPIECE: PIONEROS
Todo empezó…

En los años 20 y 30 psicoanalistas como Ana Freud introducen el concepto de ludoterapia en tratamientos de trastornos mentales infantiles. Pero no es hasta los años 70 cuando nació el concepto de la terapia de la risa, de la mano del estadounidense Patch Adams, entonces estudiante de medicina.

Sin embargo, muchos señalan que el origen en concreto de la figura del payaso de hospital se encuentra en el grupo The Clown Care Unit del Big Apple Circus de Nueva York. En 1986 el circo creó su propia “unidad de cuidados” con payasos especializados.

En unos años esta experiencia estadounidense se importó a Europa siendo pionero el grupo francés Le Rire Médecin de París (1991). En España las primeras asociaciones de payasos de hospital surgen a mediados de los 90.

En 1999, la figura del clown de hospital se populariza en todo el mundo a raíz de una película sobre la vida del famosísimo Patch Adams, protagonizada por Robin Williams.

Actualmente existen asociaciones de payasos de hospital en casi todas las Comunidades Autónomas españolas: PayaSOShospital de Valencia, La Sonrisa Médica de Mallorca, Pupaclown de Murcia, Hazmerreír de Canarias, etc.

www.pallapupas.org
www.saniclown.com
www.improasistencia.org
www.hazmerreir.org
www.payasoshospital.org
www.sonrisamedica.org
www.pupaclown.com

domingo, 12 de septiembre de 2010

Buscando nuestro clown

(por Ignacio Maffi)

"El actor inventa o interpreta un personaje, mientras que el payaso encarna el suyo propio". Roberto Benigni

Buscar nuestro clown es transitar un camino por nuestro interior. En primer lugar debemos reírnos de nosotros mismos, aceptarnos tal cual somos, con nuestros defectos, debilidades y virtudes. Sabiendo que estos “defectos”, “debilidades” y “virtudes” son solo ideas y juicios que tenemos acerca de nosotros mismos y juicios de los demás que hemos aceptado. Debemos mostrarnos abiertamente. Dejar ver nuestra humanidad. Sincerarnos: soy lo que soy y estoy muy feliz con ello.
Desde el primer contacto con el público nuestra presencia debe ser abierta, sincera y transparente. A través de la mirada, el público debe saber que sentimos de verdad. Una vez que hemos tocado el corazón del público, podemos jugar y compartir nuestro mundo de imágenes interiores. Y es muy importante saber la diferencia que hay entre jugar, y hacerse el gracioso o el tonto. Jugar, pertenece al cuerpo y a la escucha de nuestro niño interior, mientras que hacerse el gracioso es un deseo de la mente o nuestro yo cotidiano (ego).
Venimos de una gran contaminación de ideas acerca de lo que es el payaso y de nosotros mismos, que debemos borrar si queremos avanzar en la búsqueda de nuestro clown. Por eso es importante trabajar al principio, desde un lugar neutro y verdadero. Encontrar nuestro vacío, para ir dándole forma a nuestro personaje a partir del juego que vayamos encontrando en las improvisaciones. Este personaje es único, solo nosotros podemos interpretarlo. Este personaje es nuestro clown.
Ingenuidad, ternura, vulnerabilidad, fragilidad, verdad, transparencia, travesura, juego, poesía, absurdidad, surrealismo, sentido del ridículo. Todo clown debe tener estos elementos, en mayor o menor medida.
Un buen clown es aquel que llega al corazón de la gente, que la enternece, que al verlo, nos sentimos identificados de un modo u otro. Que refleja a la humanidad entera. Un contrapunto entre lo hilarante y lo trágico. Entre no saber si reír o llorar. (Aunque la mayoría de las veces elijamos reír).
Hay clowns histriónicos, poéticos, excéntricos. Y también están las jerarquías, los que mandan y los que obedecen: El Cara blanca, el Augusto y el contra-Augusto. Pero un intérprete-clown no debe encasillarse. Al saber cómo es nuestro clown, no debemos fijar nuestra personalidad (de clown), esto puede ser un obstáculo para encontrar la verdad y el juego en un momento determinado de la improvisación. Tenemos que ser fluidos y estar abiertos a lo que venga. Si nos va bien ser un Cara Blanca (el jefe) y nos toca improvisar con otro Cara Blanca que tiene más poder para mandar, debemos pasar al rol de Augusto y aceptar el juego. El humor crece en el desarrollo de los contrastes.
El clown juega y no se ata a ninguna personalidad (en referencia a un curso y a la improvisación) De ser así, dejaría de ser nuestro clown y se convertiría en un personaje teatral con técnica de clown.
También se cae en el error de hacer reír como sea, apelando a lo sexual, al insulto, hacerse el tonto, o banalidades de todo tipo. El clown es muy ingenuo con respecto al sexo, tiene el corazón de un niño de 3 años, puede sentir curiosidad, pero no suele estar interesado. Tanto el insulto como el sexo, hay que trabajarlo con mucha inocencia y ternura, para trabajar dentro de la técnica. En fin, lo mejor para saber qué es el clown y cuál es el de cada uno de nosotros, es experimentarlo. I. M.

El actor se pregunta ¿por qué siento esto? El clown dice: ahora siento esto, ahora hago esto
El clown no se apega a un sentimiento
La anticipación corta la experienciaSue Morrison

Los clowns aparecieron en los sesenta, cuando yo me estaba interrogando sobre las relaciones entre la comedia del arte y los clowns de circo. El principal descubrimiento surgió en respuesta a una pregunta muy simple: el clown hace reír ¿pero cómo? Un día pedí a los alumnos que se pusieran en círculo-reminiscencia de la pista circense- y que nos hicieran reír. Uno tras otro, lo fueron intentando con payasadas, piruetas, juegos de palabras a cuál más fantasioso. ¡Todo inútil! El resultado fue catastrófico. Teníamos la garganta oprimida, una sensación de angustia en el pecho, todo aquello se estaba volviendo trágico. Cuando se dieron cuenta del fracaso, pararon la improvisación y se volvieron a sus sitios para sentarse, despechados, avergonzados, incómodos. Fue entonces, al verlos en aquel estado de abatimiento, cuando todo el mundo se echo a reír, no del personaje que pretendían presentarnos, sino de la persona misma, puesta así al desnudo. ¡Lo habíamos encontrado! El clown no existe por separado del actor que lo interpreta”.
Jacques Lecoq


Cuando estás en escena, estas en la luz, y todos los que están ahí mirándote se hallan en la oscuridad. Eres un privilegiado por estar en la luz y tu obligación es la de iluminar a los que no son tan afortunados como tú
Philippe Gaulier

No hay nada mejor para la salud que hacer de clown: nunca apoyaremos bastante a los que tengan esta vocación. Y en último lugar se ganan muy bien la vida, igual que en otro empleo cualquiera. ¿Por qué será que los padres se obstinan en hacer de su hijo un empleado, un funcionario y no un Clown?"
Federico Fellini

martes, 7 de septiembre de 2010

La teoría del Clown

(Por Jango Edwards)

La actividad de loco o de Clown como forma de arte o estilo de vida es tan antigua como la sonrisa. Cada uno de nosotros ha dedicado más de un momento a hacer el pino, dar unos pasos de baile o poner una cara divertida para provocar la risa de un compañero humano.
Pero el estado profesional de loco no es cosa de risa. Son pocos los que lo consiguen, miles los que lo intentan y, para algunos, no es más que un trabajo como otro, pero el hecho de llegar a ser un loco no quiere decir trabajo, quiere decir vida.
Ser un loco es entender una forma de arte basada en dar. Las habilidades de los locos son un método universal, que se adapta universalmente a nivel del amor. La actuación de un loco es similar a un ataque de comunicación, que es sensitivo o indiferente, tierno o arrogante, pero emocionante al fin y conseguir un clímax o alguna forma de celebración al fin. Su forma de conectar es a través de corazón y cuerpo con el uso de lo sutil o de lo obsceno.
Ser un Clown es encontrar un poco de libertad, escapar de la barahúnda, bailar con el alma de la gente y centrar los seres. Ahora bien, libertad quiere decir que has de aprender y empezar a comprender. Uno ha de descubrir la observación interna y externa. El yo exterior ha de convertirse en un modelo de lo absurdo y el yo interior en un templo de razón.
La simple reflexión de un Clown sobre un asunto puede ser hecha con un gesto que, a veces, requeriría 60 minutos de reportaje mundial. El género del Clown, la sonrisa y el enfado, es entendido por todas partes y no conoce límites y así y todo no hay universidad ni escuela ni institución alguna que pueda describir su experiencia o compartir sus secretos.
El trabajo del Clown está asegurado porque el loco comercia con un producto de la risa, cuya importancia sólo es posterior a la del amor. El payaso ha de crear risa con el amor en la mente, eso es la clave del dar. El principio instructor es la experiencia y convertirse en un loco profesional cuesta años de búsqueda, desarrollo interno y una casi calculada demencia. No es una profesión fácil y pocos llegan. Hay algunos –de hecho centenares- que han llegado a la cima del entendimiento cómico, pero que limitan su triunfo a los conceptos del mundo occidental y no a un interno y total desarrollo.
El loco ha de dar, siempre dar y dar por todas partes. El loco sólo obtiene de dar y el regalo es una obra maestra sin precio: la sonrisa.
El Clown intercambia calor e insultos, que son una oferta del todo, y pocos escapan a sus asaltos cómicos. Ejercer el papel de loco comienza con la auto observación y que para ayudar a los otros, primero te has de ayudar tú mismo. No tienes derecho a reflejar la fuerza y la debilidad de los otros hasta que no comprendas la tuya propia.
La auto observación es darse cuenta de estos problemas, porque hasta que no los reconozcas no los podrás cambiar.
Todos nosotros hemos nacido Clown en su sentido puro, sin sabiduría establecida. El Clown es inocente, inquisidor, ingenuo, y la esencia de la juventud. En la juventud estamos llenos de imaginación y fantasía y estas características a menudo son influenciadas por nuestra familia y nuestro contexto social. Estamos sujetos a ciertos recortes realizados por nuestros iguales o a las influencias establecidas de las diversas leyes naturales o antinaturales por las que estamos gobernados. Estos recortes frecuentemente se convierten en la norma aceptada, las leyes con las que vivimos, lo que nos gobierna. Pero es nuestra imaginación la que necesita una guía. El Clown ha de entender que no hay nada que aprender, sino sólo reaprender lo que es originario. Juventud, fantasía, imaginación e inocencia han de ser capturadas, comprendidas y dominadas para desarrollar el nacimiento del Clown.
El Clown es una forma definitiva de “el actor total”. Todas las habilidades como la danza, el mimo, la acrobacia y otras han de ser estudiadas y utilizadas. Es un proceso continuo de modelado para durante el cual sentirá a menudo el fracaso. Los acontecimientos pasados y presentes son referencias importantes para un posible material de cara el futuro.
El éxito del loco está en la habilidad de reflejar justo lo suficiente para provocar en el observador la comprensión de lo que es cómico dentro de nosotros. A menudo, y de hecho casi siempre, reímos de esas cualidades de los otros que nosotros mismos poseemos, aunque sólo las reconozcamos subconscientemente. A menudo, cuando la reflexión es cómicamente bastante fuerte, hay la posibilidad de un intercambio de conocimiento, y el conocimiento es la clave del cambio. Este es el auténtico valor del Clown.
Este es el poder del Clown: la capacidad para provocar un momento de pensamiento, una reflexión hacia el cambio, un posible empujón en la dirección de comprender, llegado en un momento de relajación causada por una descarga de tensión, cuando el observador ríe de la figura cómica. El Clown puede llevar a la audiencia hacia el pensamiento o el conocimiento, pero, detrás de la risa, la decisión de pensar sobre el asunto de la representación queda en las manos del observador.
El Clown trabaja con la sonrisa y el enfado y ha de ser hábil con la acción y la reacción. Cuando eres Clown, has de estar a punto para todas las situaciones y acontecimientos. En la actuación, la confrontación ha de ser constante de forma controlada, porque el Clown es una figura mágica. Así el público frecuentemente se refiere a la esencia del loco como por encima o por debajo del potencial humano, más a menudo por debajo.
Hemos de reírnos de nosotros para entendernos. La crítica instiga el cambio y es uno de los más importantes principios de un mundo libre.
Cuando ríes, eso da un empujón a la facilidad natural del cuerpo humano para la relajación. Reír es una descarga de tensión, una descarga natural del sistema nervioso y de la ansiedad que recogemos cada día. No es tan sólo una descarga física sino también una liberación mental. Éste es el poder del loco. Si el loco te puede hacer relajar y reír, tu percepción puede ser más fuerte, tu razonamiento más claro y el valor de lo que se dice en la comedia tiene entonces la oportunidad de ser comprendido.
Provocar la risa es la base de la profesión, activar el proceso de pensamiento es la ambición y el fin. El Clown tiene el poder de instigar la percepción y este poder es invalorable. Cuando obtienes esta capacidad y eres capaz de crear esta forma de estímulo, entonces te has convertido en un actor total: Un Clown.
Todos tenemos un Clown dentro de nosotros y hemos de ayudarle a encontrar la libertad. Todos hemos tenido nuestros momentos de humor y los hemos usado para crear relajación durante los tiempos difíciles. Eso no es sólo una cuestión de costumbre, cara pintada y habilidad, aunque sean los fundamentos de la profesión. La necesidad del loco reside en la habilidad de dar, mediante la reflexión. El loco es un cruzado del conocimiento y del amor, mostrando constantemente sus mercancías, creciendo constantemente en la esperanza de promover cambios progresivos y reacciones positivas. Todos nosotros sufrimos por falta de risa.
En la sonrisa somos todos iguales. Todos somos divertidos en los momentos de gozo de los que están alrededor nuestro. Estos momentos que compartimos son los momentos del loco buscando libertad y cada carcajada que producimos en otro es esperanza de que habrá alguna comprensión. La sonrisa es universal, todo el mundo la entiende alrededor y eso hace del payaso un carácter universal. No subestimemos nunca el poder de la sonrisa.