domingo, 12 de septiembre de 2010

Buscando nuestro clown

(por Ignacio Maffi)

"El actor inventa o interpreta un personaje, mientras que el payaso encarna el suyo propio". Roberto Benigni

Buscar nuestro clown es transitar un camino por nuestro interior. En primer lugar debemos reírnos de nosotros mismos, aceptarnos tal cual somos, con nuestros defectos, debilidades y virtudes. Sabiendo que estos “defectos”, “debilidades” y “virtudes” son solo ideas y juicios que tenemos acerca de nosotros mismos y juicios de los demás que hemos aceptado. Debemos mostrarnos abiertamente. Dejar ver nuestra humanidad. Sincerarnos: soy lo que soy y estoy muy feliz con ello.
Desde el primer contacto con el público nuestra presencia debe ser abierta, sincera y transparente. A través de la mirada, el público debe saber que sentimos de verdad. Una vez que hemos tocado el corazón del público, podemos jugar y compartir nuestro mundo de imágenes interiores. Y es muy importante saber la diferencia que hay entre jugar, y hacerse el gracioso o el tonto. Jugar, pertenece al cuerpo y a la escucha de nuestro niño interior, mientras que hacerse el gracioso es un deseo de la mente o nuestro yo cotidiano (ego).
Venimos de una gran contaminación de ideas acerca de lo que es el payaso y de nosotros mismos, que debemos borrar si queremos avanzar en la búsqueda de nuestro clown. Por eso es importante trabajar al principio, desde un lugar neutro y verdadero. Encontrar nuestro vacío, para ir dándole forma a nuestro personaje a partir del juego que vayamos encontrando en las improvisaciones. Este personaje es único, solo nosotros podemos interpretarlo. Este personaje es nuestro clown.
Ingenuidad, ternura, vulnerabilidad, fragilidad, verdad, transparencia, travesura, juego, poesía, absurdidad, surrealismo, sentido del ridículo. Todo clown debe tener estos elementos, en mayor o menor medida.
Un buen clown es aquel que llega al corazón de la gente, que la enternece, que al verlo, nos sentimos identificados de un modo u otro. Que refleja a la humanidad entera. Un contrapunto entre lo hilarante y lo trágico. Entre no saber si reír o llorar. (Aunque la mayoría de las veces elijamos reír).
Hay clowns histriónicos, poéticos, excéntricos. Y también están las jerarquías, los que mandan y los que obedecen: El Cara blanca, el Augusto y el contra-Augusto. Pero un intérprete-clown no debe encasillarse. Al saber cómo es nuestro clown, no debemos fijar nuestra personalidad (de clown), esto puede ser un obstáculo para encontrar la verdad y el juego en un momento determinado de la improvisación. Tenemos que ser fluidos y estar abiertos a lo que venga. Si nos va bien ser un Cara Blanca (el jefe) y nos toca improvisar con otro Cara Blanca que tiene más poder para mandar, debemos pasar al rol de Augusto y aceptar el juego. El humor crece en el desarrollo de los contrastes.
El clown juega y no se ata a ninguna personalidad (en referencia a un curso y a la improvisación) De ser así, dejaría de ser nuestro clown y se convertiría en un personaje teatral con técnica de clown.
También se cae en el error de hacer reír como sea, apelando a lo sexual, al insulto, hacerse el tonto, o banalidades de todo tipo. El clown es muy ingenuo con respecto al sexo, tiene el corazón de un niño de 3 años, puede sentir curiosidad, pero no suele estar interesado. Tanto el insulto como el sexo, hay que trabajarlo con mucha inocencia y ternura, para trabajar dentro de la técnica. En fin, lo mejor para saber qué es el clown y cuál es el de cada uno de nosotros, es experimentarlo. I. M.

El actor se pregunta ¿por qué siento esto? El clown dice: ahora siento esto, ahora hago esto
El clown no se apega a un sentimiento
La anticipación corta la experienciaSue Morrison

Los clowns aparecieron en los sesenta, cuando yo me estaba interrogando sobre las relaciones entre la comedia del arte y los clowns de circo. El principal descubrimiento surgió en respuesta a una pregunta muy simple: el clown hace reír ¿pero cómo? Un día pedí a los alumnos que se pusieran en círculo-reminiscencia de la pista circense- y que nos hicieran reír. Uno tras otro, lo fueron intentando con payasadas, piruetas, juegos de palabras a cuál más fantasioso. ¡Todo inútil! El resultado fue catastrófico. Teníamos la garganta oprimida, una sensación de angustia en el pecho, todo aquello se estaba volviendo trágico. Cuando se dieron cuenta del fracaso, pararon la improvisación y se volvieron a sus sitios para sentarse, despechados, avergonzados, incómodos. Fue entonces, al verlos en aquel estado de abatimiento, cuando todo el mundo se echo a reír, no del personaje que pretendían presentarnos, sino de la persona misma, puesta así al desnudo. ¡Lo habíamos encontrado! El clown no existe por separado del actor que lo interpreta”.
Jacques Lecoq


Cuando estás en escena, estas en la luz, y todos los que están ahí mirándote se hallan en la oscuridad. Eres un privilegiado por estar en la luz y tu obligación es la de iluminar a los que no son tan afortunados como tú
Philippe Gaulier

No hay nada mejor para la salud que hacer de clown: nunca apoyaremos bastante a los que tengan esta vocación. Y en último lugar se ganan muy bien la vida, igual que en otro empleo cualquiera. ¿Por qué será que los padres se obstinan en hacer de su hijo un empleado, un funcionario y no un Clown?"
Federico Fellini

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