martes, 3 de abril de 2012

El camino del Clown

por Alain Vigneau

El clown (payaso) lleva tradicionalmente una nariz roja. Lejos de los ambientes habitualmente relacionados con este tipo de personajes, podemos buscar sin embargo su esencia, a través de este trabajo, que yo llamo “EL Camino del Clown” .


Esta nariz roja, ínfima mascara, tiene un valor terapéutico enorme. Este pequeño atuendo concilia lo propio de una mascara (ayudar a la persona que la lleva a tomar otra identidad ) con la gran particularidad de que al mismo tiempo deja nuestro rostro libre, para que yo pueda ver al mundo desde esta otra identidad, y también para que yo pueda dejar que el mundo me vea mientras evoluciono en esta otra identidad.
Esta particular aproximación nos da la posibilidad de explorar nuestro mundo interno con una mirada directa llena de humor, exenta de culpa, a través del juego y de la espontaneidad , de la comunicación y de la aceptación de lo que sencillamente ocurre dentro de la persona.
En este sentido este trabajo nos permite acceder al realidad interna de la persona de una forma extremadamente directa, y permite que un camino diferente y sanador se abra ante ella.

Las técnicas del clown se basan en un concepto básico: ser uno/a mismo/a.
A partir de ahí, todo esta permitido. En clown, las disonancias entre sentir y actuar no funcionan. La falta de sinceridad convierte el escenario del clown en su tumba. No ver al otro, no sentir el público, no jugar las leyes del aquí y ahora, convierten el espacio en una jaula dónde el clown se quedara solo. Su representación desmonta las mentiras y los juegos del Ego, hasta que la persona contacte con su esencia y pueda finalmente desvelarnos un sencillo drama : su ansía de tener un sitio en este mundo, de pertenecer.

Entonces, Sentir y Aceptar: El deseo y la necesidad de atraer la atención, y sin embargo la imposibilidad de mostrarse de verdad, la dificultad de escuchar al otro, la rendición que supone no hacer nada, la emoción que surge cuando se establece una comunicación sincera, la calidad del momento cuando la persona esta “de verdad”, el desamparo – a veces hasta del pánico- que supone quedarse en blanco, sin inspiración interna y sin respuesta del público, la sensación de que uno esta haciendo el mayor ridículo de su vida, y aún así dar rienda suelta a la fantasía y a la locura, la dificultad en salir de los roles y trampas cotidianas del carácter, y sin embargo la lucha que ocurre en el interior de la persona en su búsqueda de la felicidad, etc..
El clown puede abordar los temas claves: el amor, el miedo, la agresividad, la soledad, el sufrimiento, la envidia, la lucha por el poder, el rechazo, la sexualidad, la muerte, no tiene ningún terreno prohibido…

Su actuación nos conecta con unos sentimientos primarios que el expresa por nosotros, facetas de nuestra personalidad que normalmente nos asustan. El nos da la posibilidad de mirar las a la cara y celebrar el encuentro, en vez de promover el rechazo.

En definitiva EL CAMINO DEL CLOWN es enseñarse, tal como uno es, dándose el permiso y la libertad, bajo la protección de la pequeña nariz roja, de sentir y comunicar con los demás lo que en mí ocurre en este momento. Entonces darse cuenta de que el público (el mundo) realmente solamente “recibe” al clown cuando es sincero, mostrando y compartiendo su verdad, por loca que sea.

Mi experiencia como profesional de la escena y como docente a lo largo de estos años, me ha enseñado cuanta luz se desprende del encuentro de cada uno con su clown, cuanto alivio aporta esta celebración de la totalidad del ser, a través del juego cómico y poético del clown propio de cada uno/a.
Como decía una anónimo lúcido :
Bienaventurados los que se ríen de si mismos, nunca les faltara material de que reír…”






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